Por Alicia Diego, Branding en Triodos Bank
Acabo de tener una hija. No ha sacado mis ojos, ni el color de mi pelo, ni la forma de mis orejas, porque no tenemos vínculo biológico (más allá del que compartimos todos los seres humanos, y si me apuras, todos los seres vivos). Sin embargo, yo la miro y veo a mi hija. La veo con claridad. Mi sentimiento es rotundo y apabullante: esta es mi hija.
Armistead Maupin diferencia entre la familia bio-lógica y la familia lógica: aquella que tiene sentido. Así, el foco deja de estar en el linaje y pasa a centrarse en los afectos.
Si eres una persona que choca con frecuencia con ciertos códigos sociales, puedes perder apego por ellos y pasar a hacer una revisión personal de palabras llenas de raíces normativas. Palabras como mujer, hombre, femenino, masculina, normal o raro.
En mi caso particular, desde muy pequeñita despunté como una niña sin instinto para “las cosas de niñas”, vestida con ropa desconcertante y con un desinterés manifiesto por forzar a mi cuerpo a entrar, literalmente, donde no me apetecía.